A los nueve años, armada con un bloc y un lápiz, Laura Wasser irrumpió en el salón de su casa californiana y presentó una demanda a sus progenitores para que le dieran semanada a su hermano pequeño. Sus padres, ambos abogados, aceptaron. El hermanito consiguió su paga y Laura se llevó un porcentaje.
Han pasado casi cuarenta años desde aquel día y Wasser se ha convertido en una abogada estrella: una figura clásica en Estados Unidos, país que venera a estos profesionales y parece no cansarse de verlos en televisión y leer los rankings de los mejor pagados. Wasser, según The New York Times, cobra 850 dólares por hora: una tarifa solo accesible para el tipo de clientela en la que se ha especializado, los ricos y famosos de Hollywood. Dada la facilidad de este segmento de la población en romper sus matrimonios, no le falta trabajo.
Entre otros, ha representando a Maria Shriver contra Arnold Schwarzenegger, a Melanie Griffith contra Antonio Banderas y a la actriz Jennifer Garner, hoy exmujer de Ben Affleck. Recientemente fue noticia por su gestión del divorcio de Johnny Depp y Amber Heard, un culebrón que acabó de forma bastante pacífica.
Wasser conoció a Angelina Jolie en el 2003, cuando esta la contrató para divorciarse de Billy Bob Thornton. La actriz quedó tan contenta que ha vuelto a acudir a ella. El pasado 21 de septiembre, alegando “diferencias irreconciliables”, Wasser presentó en nombre de su clienta la solicitud de divorcio de Brad Pitt, requiriendo la custodia de los seis hijos del matrimonio.
Aunque tiene una buena relación con Jolie, Wasser dice que sus consejos se restringen al ámbito legal. Divorciada —dice que no volverá a casarse nunca— y con dos hijos de diferentes parejas: “No soy la persona adecuada para impartir terapia”, explicó en una entrevista en Entertaiment Tonight. Este programa la visitó en su despacho, donde destaca un gran cuadro que reza: THE END. El lugar, contó, ha sido testimonio de muchas emociones: “Al principio de cada caso hay llantos y gritos, pero después llega esa epifanía en la que el cliente dice: ‘Adelante, quiero hacer esto bien’”.
Licenciada en Derecho en la facultad de Loyola, a los 26 años empezó a trabajar en el bufete de su padre, asimismo especialista en divorcios y con clientes como Steven Spielberg. Su hija ha seguido sus pasos, expandiéndose a nuevas celebridades, como las Kardashian. “Podría decirse
que soy poco ortodoxa”, ha declarado a The New York Times.
A Wasser le gusta dar entrevistas pero jamás habla de sus clientes: sabe que los perdería.
Mucho más discreto es Lance Spiegel, el también especialista en divorcios que Brad Pitt ha incorporado a su equipo legal, compuesto ya por dos letrados. Como Wasser, Spiegel, de 70 años, es etiquetado de “poderoso” y destaca asimismo por su cartera de clientes, trufada de estrellas.
Michael Jackson (al cual, según la web especializada Law Crossing, Spiegel le manejó “sus numerosos asuntos y conflictos familiares”) es el más llamativo. Pero también destacan Charlie Sheen, Heather Locklear y Eva Longoria.
A diferencia de su colega, Spiegel rehúye la publicidad. En la web de su bufete Young, Spiegel & Leer —con sede rodeada de palmeras en Beverly Hills—, se explica sucintamente que: “Ha estado involucrado en numerosos casos de alto perfil y complejas cuestiones de derecho familiar” y ha representado “a prominentes atletas y miembros de la industria del espectáculo”.
A Spiegel le rodea un aura más académica que a Wasser. Licenciado en la prestigiosa Gould School (la facultad de Derecho de la Universidad del Sur de California), se le recuerda como un estudiante brillante. Ha sido docente y ha colaborado con numerosas publicaciones especializadas en derecho de familia. Además de aparecer en la lista de los cien mejores abogados del país, en su currículum destacan tres sentencias que han sentado precedente y sus amplios conocimientos de jurisprudencia.
Aseguran que el divorcio Pitt-Jolie va a ser uno de sus casos más complejos y, con permiso de Michael Jackson, el más publicitado. En especial, después de que el actor haya sido acusado de presuntos malos tratos a su hijo mayor. Pero el veterano abogado, curtido en muchos tribunales, no tiene aspecto de achantarse.