Aseguró que quiere dedicarse a la labor social
María Gabriela Isler entró acompañada por Osmel Sousa a su primer encuentro con la prensa venezolana como Miss Universo. No se cansó de decir que “el tiempo de Dios es perfecto”, y en la poco más de media hora que transcurrió desde que se sentó en la silla de la “Suma Tramoyera” de Portada’s (porque la que estaba dispuesta para recibirla como lo que es, la reina universal, era blanca y ella estaba vestida de ese color), hasta que se despidió, le dio la razón.
Por eso no se frustró por no haber podido venir en febrero, como estaba pautado su recibimiento con bombos y platillos. “Si se hubiera dado no podría haberles contado todo lo que he crecido durante estos diez meses. Todo lo que he aprendido”, explicó en el tono calmado, pero firme, en el que habló durante todo el encuentro.
Explicó que nunca soñó con ser Miss Venezuela. “No sabía sonreír. Tuve que aprender a hacerlo, pues como modelo con mi cara seria lo hacía todo. Era una niña de apartamento y me tocó entrar a un mundo al que no estaba acostumbrada. Ahora puedo decir que estoy realizada como ser humano y que después de 10 meses soy una Molly más segura”.
Afirmó que no le importan las joyas ni quedarse “en el hotel más lujoso de Moscú si no tengo con quién compartirlo. Quiero dedicarme a la labor social tanto en Venezuela como en otros países. Quiero ir a Los Roques, recorrer toda Venezuela. Ir a los barrios de Catia. Eso es lo que, realmente, me llena hacer”.
En ese crecimiento aprendió a juzgar a quienes no creían en ella. “No los culpo porque yo no confiaba en mí. ¿Cómo le iba a pedir al público que confiara si yo no lo transmitía?”.
Le parece buena idea que el Miss Universo sea en Doral y aseguró que es “venezolana por encima de todo”.
http://www.ultimasnoticias.com.ve/
María Gabriela Isler entró acompañada por Osmel Sousa a su primer encuentro con la prensa venezolana como Miss Universo. No se cansó de decir que “el tiempo de Dios es perfecto”, y en la poco más de media hora que transcurrió desde que se sentó en la silla de la “Suma Tramoyera” de Portada’s (porque la que estaba dispuesta para recibirla como lo que es, la reina universal, era blanca y ella estaba vestida de ese color), hasta que se despidió, le dio la razón.
Por eso no se frustró por no haber podido venir en febrero, como estaba pautado su recibimiento con bombos y platillos. “Si se hubiera dado no podría haberles contado todo lo que he crecido durante estos diez meses. Todo lo que he aprendido”, explicó en el tono calmado, pero firme, en el que habló durante todo el encuentro.
Explicó que nunca soñó con ser Miss Venezuela. “No sabía sonreír. Tuve que aprender a hacerlo, pues como modelo con mi cara seria lo hacía todo. Era una niña de apartamento y me tocó entrar a un mundo al que no estaba acostumbrada. Ahora puedo decir que estoy realizada como ser humano y que después de 10 meses soy una Molly más segura”.
Afirmó que no le importan las joyas ni quedarse “en el hotel más lujoso de Moscú si no tengo con quién compartirlo. Quiero dedicarme a la labor social tanto en Venezuela como en otros países. Quiero ir a Los Roques, recorrer toda Venezuela. Ir a los barrios de Catia. Eso es lo que, realmente, me llena hacer”.
En ese crecimiento aprendió a juzgar a quienes no creían en ella. “No los culpo porque yo no confiaba en mí. ¿Cómo le iba a pedir al público que confiara si yo no lo transmitía?”.
Le parece buena idea que el Miss Universo sea en Doral y aseguró que es “venezolana por encima de todo”.
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