La bailaora celebra su carrera con Carmen, el espectáculo inspirado en la ópera de Georges Bizet que protagonizará el fin de semana
Diana Patricia perdió su apellido en 1995. Desde ese entonces, y aunque no figure en su cédula de identidad, su nombre termina en “la Macarena”. Haber sido la musa que inspiró el tema musical de Los del Río dividió su carrera en un antes y un después.
Su trayectoria abarca tres décadas. Comenzó a zapatear a los 14 años de edad, cuando su nombre no figuraba en los anuncios. En ese momento era “la muchachita de traje anaranjado”, que con su fuerza interpretativa se puso las pieles de Doña Bárbara, Manuelita Sáenz y ahora de Carmen, la protagonista de la ópera de Georges Bizet con la que celebrará un nuevo año de vida flamenca.
—¿Cuál es su relación con esta pieza?
—Es un personaje que amo profundamente. Lo interpreté por primera vez cuando tenía 19 años. Quedé cautivada desde ese entonces. Cada vez que buscaba personajes para interpretar, ella estaba asomada. La volví a hacer en 2006. Pero ahora es otra visión. Bailo, siento y produzco distinto los espectáculos.
—¿Qué novedades ofrecerá en ese sentido?
—Hay dos recursos que ofrece el Teatro Teresa Carreño que siempre he querido utilizar y que no había podido utilizar por detalles técnicos. Será una sorpresa para el público. Estoy feliz por eso y porque el final va a ser una cosa de película.
—Siendo una de las óperas más versionadas del mundo, muchos espectadores conocen que la protagonista muere. ¿Por qué elegir una historia trágica para celebrar?
—Precisamente la sorpresa estará en lo que pasa luego de que muere Carmen. Es mi visión de un personaje de carácter, fuerte y aguerrido. Me acompañan mis alumnas de El Rocío Estudio de Flamenco, niñas desde 4 años de edad hasta mujeres de 30. Son casi 70 mujeres en escena, 10 bailarines maravillosos. Mi partner es Javier Solano, quien fue primer bailarín del Teresa Carreño. Desde que se abra el telón la gente se sorprenderá.
—¿Qué es lo más difícil de producir un espectáculo como este en medio de la crisis del país?
—Te pones ambicioso y quieres hacer las cosas como deben ser. Encontrar patrocinantes que nos apoyen ha sido complicado. Pero más complicado aún es ensamblar las escenas y lograr que todos estén en la misma sintonía. Desde marzo estamos trabajando los sábados en la academia, cuando el horario regular es de lunes a viernes.
—¿Cuál ha sido el mayor sacrificio en estos 30 años de carrera?
—El tiempo. Esta es una de las carreras más ingratas que hay. Tenemos que ensayar todos los días, entre 4 y 6 horas, y si lo dejas de hacer 15 días parece que no hubieras hecho nada en meses. Además de los dolores musculares, que haces parte de ti. Cuando no te duele algo te sientes extraño.
—En 2015 también se cumplen 20 años de “La Macarena”. ¿Cómo es su relación con ella?
—Es una relación de amor y odio. Amor porque debo estar totalmente agradecida de la forma en que cambió mi vida. Sin el boom de “La Macarena” el hombre del Metrobús no me conocería. Pero odio cuando me piden que les eche el cuento de “La Macarena”. ¡Búscalo en Google! Pasaron un par de años en los que la gente solo me identificaba con la mujer que inspiró la canción y el pasito sencillo, no con la bailaora en potencia y seria que tenía muchas más cosas que ofrecer. Me contrataban para una fiesta privada para que bailara solo eso, no querían el show completo de flamenco.
—¿Se ha valido de la fama de “La Macarena” para lograr algún beneficio?
—(Risas) Mucho, hasta para sacarme los trámites legales.
—¿Qué diferencias hay entre su versión de hace 30 años y la de ahora?
—Era una niña de 14 años, hoy soy una mujer de 44. He hecho mi carrera desde abajo. Desde los tablaos de la Venezuela donde había muchas tascas. Allí fui pionera en enseñarle al público que había que respetar el flamenco, observarlo, guardar silencio; estábamos en un local nocturno, pero había un arte que admirar. Tenía claro mi norte, aunque no lo que le gustaba al público. Hoy en día lo sé.
—¿Cómo maneja la ansiedad que le causa la búsqueda de la perfección?
—Sé como dominar esa mariposa en el estómago, cómo llevarla a mi terreno. No concilio el sueño, me despierto a las 3:00 de la mañana pensando en detalles. Es un hueco en la boca del estómago que se te quita cuando pasan los primeros 5 segundos sobre el escenario. Al día siguiente vuelve el hueco y dices: ¿Y tú estás otra vez aquí? (risas).
—¿Sobrevive el flamenco en Venezuela?
—No quiero ser ave de mal agüero y decir que va a desaparecer, pero el flamenco es nocturno y ese estilo de vida está mermando. Ahora lo estamos llevando a los teatros. Acá quedan dos guitarristas y dos cantaores españoles. Hay que formar gente, pero si no tienen dónde trabajar qué van a hacer.
—¿Cómo ve a la nueva generación flamenca del país?
—La nueva camada no tiene humildad. Creen que porque se saben tres cosas deben llamarlos maestros, bailaores o bailaoras. Esto es una profesión de años, los primeros cinco de mi carrera mi nombre no salía ni en las letras chiquitas. Después de un tiempo es que me reconocían como “la muchachita del traje anaranjado”.
Carmen
Teatro Teresa Carreño
Sábado, 5:00 pm
Domingo, 4:00 pm
Entrada: desde 300 hasta 1.000 bolívares