viernes, 23 de septiembre de 2016

Líneas tardías: La dualidad de Tomates Fritos hecha disco

Boston Rex cuenta que la ayahuasca lo ayudó a superar un momento difícil de su vida. Acudió al psicólogo, pero la recomendación fue confiar en los efectos de la infusión resultante de la hierba para superar la ansiedad que entonces lo afectaba.

Lo experimentado, fue para el artista un nuevo comienzo que se refleja en “Multicolor”, la primera canción de Tomates Fritos, el disco homónimo de la agrupación anzoatiguense.

Sin embargo, la relación del oyente y la canción es libre, aunque sea curiosa la historia del cantante de la banda. Musicalmente, es un tema muy bien escogido para ser el primero del álbum. Por un lado, los sintetizadores empiezan a reclamar el protagonismo que más adelante tendrán, mientras conviven con una guitarra que será cada vez más intermitente en el resto del álbum.

La pieza habla de un nuevo comienzo, de una zona dejada atrás, aunque aún haya cierto apego, mientras el protagonista ve sigilosamente a los lados, pendiente de lo que está por venir.

En “Me cuesta” los artistas reivindican un sonido influenciado por el new wave de los ochenta mientras Reynaldo Goitía, como realmente se llama Boston Rex, canta sobre metas incumplidas con alguien, el arrepentimiento por dejar ir a quien fue importante. Se trata de una temática constante en un grupo que de existir aún las rockolas, tendrían su lugar fijo en esos atractivos artefactos.

“Calma” se adentra en un ritmo más acelerado, acorde con un tema que denota tensión en medio de la atracción. Pero es con “Yo no sé” que Tomates Fritos da un giro de 180, una pieza en la que casi desaparece la guitarra para que los sintetizadores y batería acompañen a Boston en su historia de dolor, ese limbo en el que se encuentra aquel que se separa y se resigna a la separación con aparente dignidad. Es una de las piezas en la que se notan más desenfadados, dispuestos a romper sus propios esquemas sin importar reacciones, con el riesgo de tener que recoger el agua derramada. Afortunadamente salen bien librados en uno de los mejores temas surgidos.

Sigue “Ya estaba mal”, con una introducción en arpegios que sostienen el canto sobre los finales cantados, como si mirara los campos ardes desde una montaña, a salvo, pero con culpa. Es otra pieza clave del experimento de Tomates Fritos.

“Me veo sin ti” es un regreso a la distorsión que se sobrepone ante el auge de los sintetizadores para lograr un tema que si bien es uno de los mejores, busca volver a los sonidos que los caracterizan.

El disco continúa con “Dual”, con metáforas vinculadas con el concepto del título. Es el primer bajón de la producción, que se recupera con “Hospital”, obra maestra de la banda, que expresa en esta letra su anhelo de posteridad.

Boston Rex tiene una particularidad: escribir sobre ese momento previo a toda decisión drástica. El cansancio de cierta minusvalía, de una desigualdad sentimental que tiene su acabose. De eso trata “Me cansé”, pegajoso y directo. Precede a “Sven”, sin la suficiente fuerza para enganchar.

“Volver atrás” le hace honor a su título. Comienza con una regresión a los ochenta que recuerda a Mecano, al pop de esa década. Es otra de las grandes canciones en la que los sintetizadores retoman la titularidad en una letra sobre la insistencia en lo que no tiene remedio. Contextos tóxicos.

Finalmente “Huyendo de la tempestad” es otro manifiesto de Boston Rex a una realidad opresiva, que hace dudar de la permanencia, en la que la huida se hace cada vez más la única opción.

Es un gran cierre para un disco que se debate entre el sonido que se espera y la curiosidad por experimentar. Esa una dualidad que no molesta, sino más bien atrae. Las diferencias que persuaden son las principales características de Tomates Fritos, álbum que estará entre los mejores editados este en los géneros pop y rock.

Fuente: http://www.el-nacional.com/

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