Hay un momento en el documental Gaga: 'Five Foot Two', en el que Lady Gaga entra en una tienda para comprobar que tienen Joanne (2016), el disco que publicaba ese día. Le pregunta al encargado, que no tiene ni idea, y finalmente, tras encontrar los CD en un rincón, los mueve a un punto más visible y termina rompiendo un expositor. La escena acaba bien, varios clientes la reconocen y ella termina comprando varios discos para hacer una foto y colgarla en redes sociales. Todo lo sucedido es una buena escenificación del mayor miedo que acosaba a Lady Gaga ese año: el de fracasar y ser olvidada.
Su anterior disco, ARTPOP (2013), no había ido muy bien. Las ventas estuvieron por debajo de lo esperado (se quedó en apenas dos millones, cuatro menos que el anterior) y además la crítica lo machacó. Durante la gira, en 2014, la cantante se fracturó una cadera.
Todo apuntaba a un declive sin remedio. Sin embargo 2015 fue un año milagroso que sacó a la luz una virtud suya poco conocida: su espíritu de resistencia. Tras compartir en televisión su violación cuando era adolescente, grabar un disco y salir de gira con el crooner Tony Bennett (Cheek to Cheek), su prestigio empezó a recomponerse. Pero ''o que marcó la verdadera diferencia'', explica Jeetendr Sehdev, autor del libro 'The Kim Kardashian Principle' y especialista en la construcción comercial de los famosos, ''fue su audaz reinvención en los Oscar de 2015, cuando cantó temas de 'Sonrisas y lágrimas'''.
En aquella gala, Gaga apareció vestida con un diseño en blanco de Azzedine Alaïa y el pelo recogido. Era algo nuevo: desde su irrupción en la escena pop en 2008 había resultado casi imposible ver su verdadero rostro. El contraste con su etapa anterior -en la que incluso se atrevió a llevar aquel vestido de carne de Franc Fernández- era absoluto, y puso en valor su voz, durante años medio eclipsada por su estética.
Hasta entonces, Lady Gaga había sido un personaje altivo y distante, indescifrable. Nunca se sabía cuándo decía la verdad -en diferentes entrevistas llegó a insinuar que era hermafrodita, por ejemplo-. Ahora, el objetivo era humanizarla, que el público la sintiera más auténtica.
Lady Gaga optó por quitarse progresivamente la máscara y sacar a la luz la mujer que había detrás del glamour, el exceso y el disfraz: Stefani Joanne Angelina Germanotta, nacida en 1982 en Nueva York en el seno de una familia humilde de origen italiano, la chica que siempre había querido ser actriz y que se había fogueado cantando y tocando el piano, con un estilo cabaretero, en bares de mala muerte.
Cuando estuvo curada de su lesión de cadera comenzó a fijarse objetivos. Uno de los que más deseaba, el de ser actriz, terminó por aportarle más satisfacciones que la música: entró en el elenco de la serie American Horror Story en su quinta temporada (la titulada Hotel), y aunque había mucho de Gaga en su personaje -un monstruo como salido de una pesadilla gótica posmoderna-, al menos estaba encuadrado en un marco de ficción sin dobles interpretaciones.
Repitió en la sexta temporada, Raonoke (2016), y mientras tanto se volcó en dar los últimos toques a Joanne, un disco que siempre se planteó como un todo o nada, porque implicaba el paso definitivo a la nueva Lady Gaga. Trabajó principalmente con el productor Mark Ronson, artífice del sonido y las canciones descarnadas de Amy Winehouse. Las letras de Joanne eran confesionales y buscaban ''sorprender a los fans explicándoles la verdad'', como diría Gaga antes de la salida del disco.
La transformación se consumó
La transformación se produjo por dos vías: las nuevas canciones dieron un giro hacia el rock con elementos country -un estilo que se suele percibir como más honesto- y su imagen se tornó más mainstream, accesible y aspiracional, con vestidos de noche firmados por Stéphane Rolland, Baja East o Saint Laurent para los grandes eventos, y un medido look casual de camiseta y jeans en situaciones todoterreno.
''Aún le queda camino para recuperar el prestigio de su marca, pero como su nueva línea de evolución ahora viene de Hollywood, y no de la industria de la música, es muy posible que lo consiga'', opina Jeetendr Sehdev. La clave definitiva estaría en que se hiciera con la estatuilla a la mejor actriz en los Oscar por su papel en Ha nacido una estrella, que muchos han interpretado en clave biográfica.
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