Fabiola Colmenárez se ha metido en la piel de diversos personajes desde que comenzó su carrera como actriz en cine, teatro y televisión. Ahora, dice, su rol más importante es el que hace que dos pequeños de tres y dos años la llamen “mamá”. Pensando en ese título precisamente tomó la decisión de irse de Venezuela. No por ella, asegura, sino por sus hijos. Su última interpretación, la de líder político de un partido de oposición, le costó el exilio, publica El Universal.
Sin embargo, instalada en Miami, Estados Unidos, se hizo con un papel en la obra Brujas, pieza original del dramaturgo español Santiago Moncada que estuvo en la cartelera venezolana durante varios años con notable éxito.
Allá, en su nueva residencia, Colmenárez interpretará el mismo personaje que hizo en Caracas, pero junto a un nuevo elenco conformado por la estadounidense Elizabeth Gutiérrez, la puertorriqueña Karla Monroig, la argentina Roxana García y la chilena Angélica Castro, quienes llevan a las tablas a cinco mujeres brillantes, divertidas, inteligentes y unidas para siempre que se desnudan ante el público sin pudor. Una comedia con suspenso dirigida por la cubano-venezolana Beatriz Valdés.
-¿Cuántos años tenía sin actuar?
-Me retiré de la televisión en 2007, pero no he dejado de hacer teatro. Este año era el único en el que no me había montado sobre las tablas, pero gracias a Dios tendré la oportunidad de cerrar el 2014 haciéndolo, pues es uno de los espacios que más adoro como expresión de la actuación. No nos podemos dejar, es una relación.
-Tengo la bendición de que Brujas me haya tocado de nuevo las puertas. Entre 2008 y 2009, yo entré por Gledys Ibarra al montaje que hizo Héctor Manrique, que nos permitió girar por toda Venezuela y tener una temporada larga en Corp Banca. Esta obra requiere de mucho compromiso actoral, pues a pesar de que es una comedia, tiene misterio y te exige momentos dramáticos.
-¿Cómo fue para usted empezar de cero en otro país?
-No estoy empezando de cero, la historia de mis hijos sí; yo estoy tejiéndola junto a mi esposo con sabores y canciones. Sin embargo, en el día a día uno comienza siempre de cero y es una oportunidad de corregir, reflexionar, plantearse metas. Ahorita mi prioridad son ellos; garantizarles las cosas básicas, desde sus medicinas hasta sus pañales. Tengo un privilegio que mucha gente no tiene en el país y eso se agradece. Son cosas que ocurren, no se planean.
-La distancia es dolorosa y está tejida de mucha nostalgia y de impotencia porque no es una decisión tomada desde la razón, sino desde la sensación de destierro, del razonamiento “me tengo que ir” y no del “me quiero ir”.
Fuente: http://www.lapatilla.com/
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