“Tengo 60 años”, contesta Caridad Canelón sin vacilar cuando se le pregunta la edad. Asegura que cuando se levanta cada día se siente de 40, pero cuando baila o juega bowling su espíritu es el de una joven de 20. Su cutis le ha dado la licencia para elegir su fecha de nacimiento y la de sus personajes, esos que ha interpretado en los 55 años que tiene de trayectoria en el teatro, la televisión y el cine.
Elvira, la madre que interpreta la actriz en la obra Ni que nos vayamos nos podemos ir que dirige Oswaldo Maccio, tampoco tiene conflicto con la vejez, pero sí con la idea de migrar, de adaptarse a otra cultura y de tener que embalar sus recuerdos.
—¿Se identifica con la realidad que afronta Elvira?—No tengo familia fuera de Venezuela, pero sí gente que quiero muchísimo y ha tenido que partir, la familia escogida. Por ejemplo, cuando Elba Escobar me dijo que se iba me pegó bastante.
—¿Ha pensado en emigrar?—No. Me lo pregunté como ejercicio cuando estudiaba el personaje, pero no he sentido la necesidad. Tendría que adaptarme a otra cultura, buscar trabajo afuera y eso no es tan fácil a esta edad.
—¿Ha recibido propuestas internacionales?—Tengo la fortuna de que los castings para empresas extranjeras los he hecho desde aquí, ese fue el caso de Las bandidas y La Virgen de la Calle. No quedé en el que hizo Radio Caracas Televisión para Piel salvaje, pero lo intentaré de nuevo para la próxima telenovela. Por lo menos tengo el teatro.
—¿Hay diferencias sustanciales entre los personajes que ha construido para teatro y los de televisión?—La diferencia está en los procesos. En el teatro son meses de ensayos. En la televisión es inmediato, tienes que estudiar por capítulo. El teatro es el templo del actor, donde sientes que haces un trabajo importante. Procuro que las obras en las que participo dejen un mensaje profundo.
—¿Ocurre lo mismo con los personajes de cine?—El trabajo es tan profundo como en el teatro. Hay una conexión muy cercana con el director, que es el que maneja todos los hilos. En el cine hay mucha mística, cualidad que se perdió en la televisión.
—¿Por qué cree que ocurrió eso?—Hubo una época en que se hacía muy buena televisión. En un momento la demanda de telenovelas era tan grande que empezó a privar la cantidad sobre la calidad. Maravilloso, porque era más trabajo para nosotros y podían venderlas afuera. Pero empezaron a estereotipar a los protagonistas y metían gente solo por su físico y no por su talento.
—¿Siente que ha sido encasillada en los personajes de madre?—Cuando cumplí treinta y pico de años me ofrecieron ser Constitución Méndez en Señora (1988), mi primer papel como mamá de alguien, y yo en la vida real tenía casi la misma edad que mi hija en la ficción. A partir de allí me empezaron a dar personajes de gente mayor. Nunca me molestó siempre y cuando fuera bueno el papel. Cuando yo empecé esta carrera mi meta no era ser la protagonista siempre. Quería que la gente me viera y dijera: “Esa es fulana de tal” y no “esa es Caridad Canelón haciendo de…”.
—¿Cuál es la clave para diferenciar tantos personajes en su carrera, que solo en televisión incluye cerca de 50 telenovelas?—Me caso con los personajes. Les busco historias que no tienen, les armo el look, con maquillaje y hasta perfume incluido. Me pongo en sus zapatos. No me repito. En Pero tenemos Tania y Relatos borrachos hice de travesti, pero ambos personajes son distintos.
—Cuando un papel llega a sus manos, ¿qué considera antes de aceptar?—Que la historia y el papel sean un reto. Hace diez minutos me llamaron para un casting de una película. Me dieron luces sobre el personaje, me dijeron que casi no hablaba y que todo lo decía con los gestos. Ya eso me enganchó. Como Sandra Bullock en Gravity. Toda su actuación fue con la cara, yo me sentía en el espacio con ella.
—Toda su formación artística ha sido autodidacta. Incluso su carrera como cantante, la que comenzó cuando tenía 5 años de edad. ¿La han criticado por no tener preparación formal?—Sí, pero nunca me lo dijeron en la cara. Cuando tenía 10 años asistí a clases de teatro en el colegio. El profesor nos mandó a improvisar, yo no sabía nada de eso y me dijo: “Siéntate, tú no sirves para esto”. Años después compartimos en Esmeralda (1970). Nunca hablamos de eso, aunque me imagino que él sí lo recordaba. Después llegó a adorarme. Prefiero reservarme el nombre (risas).
—¿Cómo hace para conservarse físicamente?—Aquí se me está viendo como un pellejito raro (se toca el cuello mientras se ríe). El secreto está en asumir la edad con dignidad. Desde siempre me quito el maquillaje antes de dormir, uso mis cremitas, cuido la alimentación, no tomo, hago ejercicios. También procuro dormir ocho horas.
—¿Recurriría a la cirugía plástica?—Respeto a quienes lo hacen, pero yo no. Me quitaría personalidad y eso es terrible para un actor. Me siento contenta conmigo.
—¿Tiene algún complejo con su físico?—No. Antes sí, con la frente. Una vez alguien me preguntó por qué no me perfilaba la nariz, si yo era artista. ¿Y por qué, si esa soy yo? No soy una jovencita, entonces, ¿para qué me voy a operar las lolas, por ejemplo?, ¿por qué me voy a meter algo que no pertenece a mi cuerpo?
—¿Cómo se siente en su rol de madre y de abuela?—Estoy chocha chocha con mi primer nieto, que tiene 11 meses. Mis dos hijos están aquí echándole pichón al país. El cambio debe empezar por uno mismo. Si criticas una cosa y haces lo mismo que criticas, esto se vuelve un desastre.
—¿Hay algún problema que le haga perder el optimismo?—Soy muy cuidadosa con mis pensamientos y palabras. No le doy poder a nada negativo para que no siga estando allí. Eso no quiere decir que me aísle de lo que está pasando. Hago lo que me toca, estoy aquí trabajando, haciendo lo mejor posible. Quiero que lo que digan mis personajes llegue al corazón de la gente, estoy haciendo país desde el escenario.
Ni que nos vayamos nos podemos irCentro Cultural BOD
Viernes, 8:00 pm; sábado y domingo, 6:00 pm
Entrada: 400 bolívares
Viernes, 8:00 pm; sábado y domingo, 6:00 pm
Entrada: 400 bolívares
Fuente: http://www.el-nacional.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario