Todos le tenemos miedo a algo. Desde las cosas más simples como el miedo a los insectos o a la oscuridad hasta los temores más complicados como el miedo a la muerte o a la soledad. Llegan, se desarrollan, desaparecen y se transforman mientras crecemos y obtenemos experiencias propias. En ese sentido, forman parte de nuestras herramientas de supervivencia y de lo que somos. Pero, ¿qué sucede cuando los padres infunden sus propios miedos a través de la crianza de sus hijos?
Para la psicóloga clínica Bethzaida Otero, especialista en terapia de niños y adolescentes, "los diferentes miedos pueden ayudarnos a protegernos de posibles daños y son útiles, pues a través del aprendizaje nos ayudan a desarrollar formas adaptativas de enfrentamiento a situaciones difíciles".
Pero si bien son una reacción normal que forma parte de nuestra vida, los miedos pueden presentar efectos negativos en el desarrollo de los seres humanos cuando no se canalizan correctamente. "Frecuentemente los padres utilizan el miedo como métodos de disciplina. El propósito es lograr el control y que los niños obedezcan o cumplan las reglas ya sea en el hogar o en la escuela", según Otero, quien indica que esto podría representar una falta de estrategias adecuadas ante la realidad.
Los padres responden a la tendencia de proteger a sus hijos de aquellas circunstancias que para ellos son de temor. Esta respuesta, sin embargo, podría evitar que los niños adquieran sus propias experiencias y desarrollen sus propias herramientas necesarias para confrontar sus realidades.
"El mensaje que se transmite al niño es que es incapaz de hacer algo por sí mismo. Los niños sobreprotegidos estarán en desventaja con relación a sus compañeros ya que sus padres no les permiten fortalecerse. No desarrollarán confianza en sí mismos y tendrán poca capacidad para enfrentar los problemas a medida que se van desarrollando", detalla la experta del centro PIENSA Psicología Innovadora.
Frases que recurren al miedo como 'si no te duermes, viene el cuco', 'te voy a castigar si no obedeces' o 'si no te portas bien voy a llamar a la policía y te va a llevar', el uso de agresividad y hostilidad pueden provocar miedo a los escenarios desconocidos e, incluso, hacia los padres.
Evitar la situación, sentirse inseguros, ansiosos, frustrados y mostrarse tímidos y aislados son algunos de los riesgos a los que se exponen los niños cuando sus padres utilizan el miedo como método de aprendizaje.
Entonces, ¿cuál es la mejor manera de ensenarles a los niños qué tan peligrosa puede ser alguna situación sin recurrir al miedo? Según Otero, "ofreciéndole toda la información de las posibles consecuencias, evitando utilizar la mentira o magnificación de las consecuencias, inculcando la confianza y la cautela. En ocasiones es necesario permitir que el niño experimente la situación siempre y cuando este no ponga en riesgo su seguridad física”.
Para la psicóloga, permitir que los hijos se expongan a las situaciones ayudará a que desarrollen estrategias y mecanismos esenciales. Los padres a su vez deben ayudarle a sus hijos a entender que el miedo es una emoción natural, evaluar sus propios temores y estilos de crianza y utilizar estrategias disciplinarias basadas en el respeto y la cooperación.
Fuente: http://www.el-nacional.com/
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