Quizás si su carrera musical hubiera empezado en los 2000, Disney le habría reservado un espacio como estrella juvenil. A los 15 años, en la década del ochenta, arrancó su meteórico ascenso en la industria del entretenimiento.
El público adolescente latinoamericano se reconoció en su belleza y rebeldía. Sus canciones pegadizas forjaron una trayectoria envidiable. Era una artista que aparentemente lo tenía todo para mantenerse.
Sin embargo, en 2000 Gloria Trevi pasó de la tranquilidad al infierno. Junto al productor Sergio Andrade fue acusada de corrupción y secuestro de menores. Su caso fue comidilla para la prensa sensacionalista. Cuando circuló la orden de arresto, ambos se encontraban en Brasil. Las autoridades del gigante suramericano los extraditaron a México.
Trevi estuvo cuatro años, ocho meses y ocho días privada de la libertad. Su infierno se convirtió en reality para noticieros y programas de chismes. En los premios Latin American Music Awards 2018, que se celebraron en Los Ángeles, habló del hecho que partió en dos su vida personal. “Voy a decirles lo que nunca he dicho en un escenario. Una mentira, después de tanto repetirla, se vuelve verdad. No es así. Condenando a una mujer ocultan los crímenes de otros. Todas tenemos una historia que contar”, dijo la nacida en Monterrey. “Cuando me declararon libre, no salí a decir que era una víctima porque en ese momento lo que necesitaba era trabajar, salir adelante, levantarme. No quería dar lástima porque tenía que verme fuerte y sacar adelante a mi hijo”.
Frente al público latino, la cantautora se refirió a Sergio Andrade: “él no fue mi creador ni mi descubridor porque con él y sin él he demostrado que yo soy Gloria Trevi. Mi abusador, hoy por hoy, está libre. No solo me hizo daño a mí, sino a muchas otras jóvenes y probablemente lo siga haciendo. Era adolescente cuando empecé a vivir con manipulaciones, golpes, gritos, abusos, castigos, fueron 17 años de humillaciones. Los años no corren a favor haciéndonos madurar, corren en contra, nos quebranta cada día. Creía que estaba siendo fuerte, escondía mi realidad tenía más compasión del tipo que de mí. Me ponía mis zapatos viejos, las medias más rotas que mi alma y me iba a trabar como tantas otras mujeres”.
Según la mexicana, nunca les contó a sus padres lo que pasaba más allá de las tarimas porque llegó a tener más compasión de su abusador que de ella misma: “La gente no entiende que en ese momento no puedes. Piensas que te mereces los golpes porque tu maltratador te ha metido tan baja autoestima en la cabeza que es difícil levantar la voz”.
Sergio Andrade fue condenado en 2005 a siete años y 10 meses de prisión. Las pistas de sus delitos se dio a conocer en 1998, cuando su esposa Aline Hernández publicó un libro en el que reveló las violaciones en el grupo de la cantante de los temas Pelo suelto y Vestida de azúcar.
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