domingo, 4 de noviembre de 2018

Carlos Rivera, el intérprete romántico del momento: “No hay ser humano que no llore escuchando alguna canción”

Carlos Rivera, al pie de la Avenida del Libertador: “Debe ser la décima vez que vengo a la Argentina. La primera fue a mis 20, cuando acompañé a Franco de Vita en una gira”.
La historia de Carlos Augusto Rivera Guerra se inició en Huamantla, Tlaxcala, el 15 de marzo de 1986 (“Cuatro meses antes de que Diego Maradona levantara la copa del mundo en mi tierra”, lanza bien informado), cuando Lourdes, maestra, y Gilberto, que trabajaba en una ganadería de toros, escucharon el primer llanto del tercero de sus hijos (sumar a Norma, Gilberto y Gonzalo): “un bicho raro que siempre deseó desarrollar su parte artística”, por autodefinición.
“De allí que –admite– cuando Disney me convocó para cantar Recuérdame, en la cinta Coco, y supe que el niño protagonista se llamaba Miguel Rivera, que sentía adoración por su abuela y que su familia no entendía por qué soñaba con dedicarse a la música y no a alguna actividad típica del pueblito donde residía, entonces  me pregunté “¡¿Quién les relató mi biografía?!”. Nunca lo consideré una casualidad. Para nada. Miguel Rivera tiene mucho de la historia de Carlos Rivera.
Treinta y dos años después de su nacimiento en aquella localidad azteca, su objetivo de “desarrollar la parte artística” ha sido cumplido. Tras transitar llanuras, pendientes y mesetas (léase, programas de concursos, musicales como La bella y la bestia, Mamma Mia! y El rey león; una veintena de videos; once discos, entre los de estudio, reediciones y en vivo; e intervenciones en siete ciclos televisivos, caso La Voz México, 2018), Rivera se ha consagrado como el cantante latino romántico del momento, ocupando un lugar algo huérfano en los últimos tiempos
Las modas, como todas las modas, pasan de moda. Sin embargo, lo atemporal siempre vuelve. Lo comprobamos con Luis Miguel
“Transitamos un momento en el que lo melódico se ve avasallado –concede–. Lo urbano acapara las listas y los espacios de radio. Me parece genial que la música latina evolucione y avance en países de idioma no hispano, pero tampoco debemos dejar de existir aquellos que le damos vida al lenguaje del amor. Las modas, como todas las modas, pasan de moda. Sin embargo, lo atemporal siempre vuelve”, entiende.
Lo comprobamos con Luis Miguel –continúa–: tan sólo fue colocar su nombre en una serie, y ya hay niños que siguen lo suyo como si acabara de componerlo. Lógico, además de provenir de la garganta del dueño de uno de los instrumentos vocales más impresionantes que hemos escuchado jamás, el mensaje que transmite es atemporal y convierte en inmortales a sus canciones. Porque convengamos en que no hay ser humano que no llore escuchando alguna canción… Lo que quiero decir es que nada más hay que encender de nuevo la mecha para que el género romántico vuelva a explotar”, lanza desde el lobby del edificio antiguo del Sheraton Buenos Aires.
Rivera mide 1,84 metro, pesa 80 kilos, tiene ojos castaños y está de novio con la actriz, cantante, conductora y youtuber Cynthia Rodríguez (34), a quien conoció en 2004, cuando ambos debutaron en el reality show La Academia, de TV Azteca, que Rivera ganaría después de interpretar Qué nivel de mujer, de Luis Miguel.
–Sabe que aquí solían alojarse, justamente, Micky, Chayanne, Ricky Martin, el Puma Rodríguez, Julio Iglesias… Parece que es, nomás, el hotel de los románticos.
–Pareciera. ¿Existirán las casualidades?
–Casualidad o causalidad, llama la atención que en la última década no se escuchara a casi nadie intentar tomar la posta de aquellos cantantes melódicos, a quienes podríamos sumar Ricardo Arjona, Cristian Castro, Ricardo Montaner y Enrique Iglesias. ¿Se siente el heredero?
–Me suena más a responsabilidad. Latinoamérica ha dado grandes exponentes de la música romántica. Muchos de los que nombramos me han inspirado.Agregaría a Franco de Vita, mi padrino musical; a José Luis Perales, Camilo Sesto, José José, Juan Gabriel; y de las generaciones que siguieron, a los Sin Bandera y Leonel García. Crecí con semejante influencia. Y entiendo que ahí hay un público de distintas edades y géneros al que debemos sorprender. Te voy a acercar tres preguntas:
–¿Cuáles son esas tres preguntas?
–¿Sabías que mi carrera detonó fuerte a partir del tercer disco (El hubiera no existe), cuando me atreví a interpretar mis propios temas? ¿Sabías que la canción más exitosa de mi trayectoria (Que lo nuestro se quede nuestro: 60 millones de reproducciones en Spotify y 75 millones de views en YouTube) no nació buscando un hit? Me obligaron a hacer un cuarto sencillo de mi álbum anterior –Yo creo– y me dejé volar, obviando cualquier fórmula comercial. ¿Sabías que el cuarenta por ciento de mi público son hombres?
–¿Tanto?
–Tanto. Cuando rompes las barreras y se comienza a empatizar con lo que le transmites, encuentras una identidad propia y te conviertes en uno de los artistas a los que nos referíamos recién. Yo, que escribo desde los ocho años y, aun sin tocar ningún instrumento, siempre me encargué de las melodías de mis letras (les transmito las armonías a los músicos para que las incorporen), pude descubrir que el secreto se encontraba dentro mío, no en ninguna fórmula. Para ilustrar lo mencionado, te cuento que ayer firmamos cinco horas de álbumes. En México llegamos a doce, y hubo algunas jornadas de ocho y seis horas
 Durante su paso por Buenos Aires, Carlos firmó discos durante cinco horas en la sala Crash, de Uriarte 1271. “En México tuve una jornada de medio día”, sorprende.
–¿Es decir que para usted, el romanticismo jamás va a morir?
–Mira, el peor momento de venta de discos físicos y el peor momento para la balada y la música melódica, es, sin embargo, cuando mejor me va a mí. Un dato que esperanza. Lo conversaba con Tommy Torres, notable cantautor y productor de Guerra, mi nuevo álbum: “Hay que unirnos para lograr un contrapeso”. A todos nos gustan las hamburguesas, pero un día te hartarás de comer tantas y querrás otra cosa.
–El tema es que haya otra cosa.

–Es donde debemos dar el presente nosotros, para cuando la gente se canse de consumir lo mismo. El romanticismo existirá mientras las personas se enamoren y nos sigan rompiendo el corazón. Lo mismo con el amor en general hacia los abuelos, los hijos, los padres… Más allá del suceso de los ritmos urbanos, el amor nunca va a pasar de moda.
–¿Esa hamburguesa de la que habla es el “Combo trap, hip hop, rap y –en especial– reguetón”, con Maluma a la cabeza, tan cuestionado por el contenido machista y ofensivo de su propuesta, en relación a la mujer?
–(Risas) La industria del entretenimiento cambió. En las series se escuchan malas palabras que jamás imaginamos encontrar ahí. Se ven desnudos que antes pertenecían únicamente a los filmes eróticos… Cada vez nos volvemos más desinhibidos. Podemos pelear, discutirlo, gritar, mostrarnos en contra, pero nada de eso va a dejar de existir. La mayoría de quienes escuchan las letras que mencionas son mujeres, y les gustan, y las bailan. ¿Quién soy yo para decir algo en contra? La gente tiene que poder elegir, y nosotros debemos generar una opción diferente. Los ritmos que copan las radios ofrecen lo que ofrecen. Para proponer otra cosa, existimos nosotros. Y no soy cerrado, eh. Mi único límite es cuidar el lenguaje de lo que canto.

Su nuevo disco, Guerra (Sony Music) juega con el apellido de su madre y el mensaje de “crear un ejército de ideales para luchar”. Grabado en los míticos Abbey Road Studios de Londres, Inglaterra, que le dieron nombre al undécimo álbum de los Beatles, lo componen once temas y un bonus track: Recuérdame, ilustrado en la foto con la imagen de Miguel Rivera, el personaje central de la entrañable y taquillera película Coco, cuya desafiante historia se asemeja bastante a la de Carlos.
–¿Qué es la mujer para usted?
–Lo más importante. Crecí en un matriarcado absoluto. Mi abuela –Cholita (Asunción), de la que te contaba– era presidenta municipal de su pueblo. Ya fallecida, continúa siendo el norte familiar de unión, lucha y actitud; herencia tomada por mi mamá y mi hermana mayor. Me sorprende que ahora los derechos de las mujeres sean un tema en boga, porque me crie considerándolos normales. Igual, yo soy súper defensor de la paridad y la equivalencia. Tengo a mujeres trabajando en mi equipo y no por ello ganan menos. Todas las personas nacemos iguales.
–¿También todas las personas nacemos románticas? ¿O se aprende a serlo?
–Ahhh. El romanticismo proviene del sentimiento más que de la razón. Lo traes, te mueve por dentro, y listo. No se construye, existe.
–¿Usted es romántico sólo arriba del escenario? ¿O insiste al bajar?
–No me atrae demasiado lo romántico que se vuelve cursi. Aunque un conocido mío sostiene que “lo cursi deja de serlo cuando estás enamorado”. Me encanta añadir detalles que permanezcan en la memoria. Para el caso, alguna vez cociné una cena no sabiendo cocinar, lo que asombró a la otra persona, quien valoró mi esfuerzo, consciente de mi incapacidad para ello. Con la misma lógica, mandé flores en momentos inesperados. Soy un romántico de los que sorprenden. Igual, admito que mi emoji favorito de WhatsApp es el corazón rojo puro.

“Escucho música bastante ecléctica”, cuenta. “Además de las canciones de amor,  me apasionan el folclore de Mercedes Sosa, Soledad Pastorutti y Abel Pintos, y la trova que proponen Silvio Rodríguez, Violeta Parra, Luis Aute, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Vanesa Martín, Pablo Alborán y Pablo López”, agrega.
–¿Cuál es la canción que lo hizo llorar al romántico que sorprende?
–Tengo una favorita, que sintetiza mi amor por la música, Vivo por ella. No obstante, durante una reciente entrevista promocional que grabé en los Estudios Abbey Road, descubrí que había un piano allí detrás. Cuando me enteré de que con él los Beatles habían tocado Let It Be, quedé perplejo: era la canción que me había hecho llorar años antes, cuando se la escuché interpretar en vivo a Paul McCartney.

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