domingo, 19 de noviembre de 2017

Harrison Ford: "Los humanos no podemos vivir sin la naturaleza"


Al igual que hizo hace dos años con El despertar de la fuerza, Harrison Ford vuelve a la pantalla provocando expectación y mucho debate. En Blade Runner 2049, Ford camina por la cuerda floja teniendo que honrar el film original mientras la historia se transporta a tres décadas más tarde. En la primera nos quedamos con la duda de si su personaje, el agente de policía de Los Ángeles Rick Deckard, era en sí mismo un replicante. Era una incógnita que tanto Ford como Ridley Scott se negaban a aclarar. Y tampoco llegaron a un acuerdo al respecto, y parece que ambos persisten en ello.
¿Que ha ocurrido desde que Deckard escapó de Los Ángeles en el 2019? Mucho. Para empezar, la ciudad ha cambiado drásticamente. Los humanos, que no tienen medios económicos para trasladarse a vivir a las colonias intergalácticas, se quedan en la Tierra. Pero el planeta ha llegado a su límite. Aquí, vivir es peligroso e imposible. La sociedad esta dividida en dos clases: replicantes y humanos. Y ahí entran en acción Deckard y el nuevo blade runner K(interpretado por Ryan Gosling).
Los Ángeles de 2017, donde nos encontramos con Harrison Ford, no es tan aterrador ni amenazante como el que presenta Dennis Villeneuve en la película. Aunque los más cínicos dirían que la ciudad esta llena de replicantes, la humanidad es dominante y está acostumbrada a vivir entre estrellas de Hollywood. Por eso su meteórica entrada en un hotel del Downtown de la ciudad, el centro neurálgico de negocios de la ciudad, cerca del icónico Staples Center, pasa desapercibida para el común de los mortales. Su presencia tiene poco que ver con la de esos héroes a los que nos ha tenido tan acostumbrados.
A sus 75 años y con una estatura de 1,85 metros, tiene el físico de un hombre diez años más joven, pero también el de quien ha llevado una vida intensa y al que todavía le gusta vivir al borde del abismo. Ya son famosos sus accidentes aéreos. En el último, hace dos años, tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en un club de golf de la ciudad, que le dejó con varios huesos rotos. Todo eso le añade carisma a esa apariencia de hombre normal y corriente acostumbrado a pasar por situaciones extraordinarias, pero siempre dispuesto a luchar por defender sus convicciones éticas y morales.
Al contrario que la mayoría de las estrellas de cine, Ford no hace el menor esfuerzo por gustar. Es cordial, sin ser amigable, y su autoestima busca el éxito pero no la adulación. El actor tiene una visión estoica y pragmática de su trabajo, “me gusta ayudar al director a contar una historia y resolver los problemas que pueda presentar la película”. Así es como define su labor, sin magia ni misticismos.
Ford se siente incómodo dando entrevistas, aunque lleva cincuenta años haciéndolo. Habla poco, despacio, pensando y midiendo sus palabras, elaborando las respuestas y, sobre todo, asegurándose de que estas no sean mal interpretadas. No le gusta que le interrumpan y, por otro lado, tampoco tiene el menor interés en mostrarse complaciente con su interlocutor. “Estoy aquí para hablar única y exclusivamente de la película” dice, esgrimiendo una sonrisa que delata que, en el fondo, le divierten este tipo de situaciones. Ford sonríe poco, pero cuando lo hace, es capaz de alegrar y calentar el corazón de cualquiera. Todo esto le convierte en el abuelo más sexy de Hollywood, y en una de sus más brillantes estrellas.
Tengo entendido que volvió a ver Blade Runner antes de aceptar participar en esta secuela.  ¿Qué impresión tuvo?
Me sorprendió ver lo joven y guapo que era (ríe). Es broma. Creo que la película todavía se mantiene muy bien, mejor que yo. Me he dado cuenta de lo profética que era.  Esta secuela es igual de compleja que la primera, tiene una historia emocional muy intensa pero quizá es menos lineal que la primera.
¿Sintió nostalgia del pasado su primer día de rodaje de esta película?
No soy un tipo nostálgico. Más bien soy una persona susceptible a las emociones. Pero no voy por la vida deseando volver al pasado. Soy feliz estando aquí.
¿Siguen usted y el director Ridley Scott discutiendo sobre si Deckard es un replicante o un humano?
No, eso ya es historia. Han pasado 34 años desde que dejamos de hablar de ello.
Sin embargo, Villeneuve comentó, en una reciente entrevista, que mientras rodaban en Budapest, una noche usted y Scott volvieron a las andadas…
Bueno, fue después de tomarnos algunas copas. Hablamos un poco pero por divertirnos. Eran batallitas del pasado. Lo que importa es lo que piense el público. Hay que mantener el debate abierto y que no se llegue a una respuesta cierta.
¿Qué diferencia hay entre interpretar a un replicante y a un humano?
Ninguna. En apariencia son iguales, por lo tanto hay que dejar que sea el público quien decida quién es un replicante y quién es un humano. El actor tiene que ceñirse al guion. Dicho esto, la diferencia entre el replicante y el humano es que el primero ha sido creado en un laboratorio o en una factoría médica. Los replicantes son mercancía, tienen un dueño. En la primera película describíamos un mundo distópico en el que la ciencia podía llegar a crear inteligencia artificial a través de la ingeniería genética. Todo eso nos parecía pura ciencia ficción. Pero la ciencia ha demostrado que puede llevarse a cabo perfectamente. El único obstáculo que existe a la hora de completar ese proceso en la cuestión ética y moral. Es lo que nos hace humanos. Pero la ciencia es real y ya hemos visto cómo mucha gente utiliza esa realidad para sus propios propósitos.
La visión de futuro de esta película es sombría y apocalíptica y lo peor es que está a tan solo treinta años vista…
La película, sin ser pretenciosa, busca ser un ejercicio emocional para el espectador.  Es como ir a un gimnasio emocional por dos horas, en una sala a oscuras, con un excelente sistema de sonido, donde puedes disfrutar de una interesante historia con una música extraordinaria y compartir esa experiencia con un montón de extraños a tu alrededor. Todos están viendo lo mismo y sintiendo una conexión emocional con la historia. Aunque sombría y apocalíptica, una de las cosas interesantes que presenta la película es que el ser humano sigue teniendo curiosidad y deseo de justicia, lo cual es en sí positivo.
¿Volviendo al ser humano real o ficticio, cree que la fama puede interferir en la búsqueda de lo que es real y lo que no lo es? 
No, la fama te brinda una oportunidad para descubrir quien eres en realidad, que no tiene nada que ver con la percepción que puedan tener los otros de ti.
La percepción que tenemos de usted es que sigue siendo un excelente hombre de acción.
Siempre he disfrutado la actuación física y energética, pero mis películas no son todas de acción. Me interesa todo tipo de género cinematográfico. No considero Blade Runner 2049 una película de acción. Para mí es un drama muy serio, aunque haya acción en la película. Tampoco considero Indiana Jones un film de acción y aventura. Es muchas cosas en la misma película.
Se habla de que habrá un quinto Indiana Jones. ¿Participará en ella?
Todo es posible (ríe).
A estas alturas de su vida, Harrison Ford ya se puede permitir el lujo de no preocuparse por el futuro de su carrera y centrarse en su vida. El actor y su tercera esposa, la actriz Calista Flokhard, viven apartados del mundo de Hollywood. Dividen su tiempo entre su casa de Brentwood (un barrio residencial de Los Ángeles) su apartamento en Manhattan y un rancho de 400 hectáreas en Wyoming, donde dice vivir en perfecta armonía. “Toda la esquizofrenia que sufrimos en este ambiente del cine, todas las distracciones, el ruido, la confusión y la mala energía que se acumula en las ciudades, desaparecen cuando llegas a las montañas de Wyoming,” confiesa el actor. Un paisaje que le gusta recorrer subido a lomos de su Harley Davidson.
¿Sigue disfrutando de la moto?
Sí, por supuesto. Tanto aquí como en Wyoming me gusta ir en moto a todas partes. Sigue siendo una de mis aficiones favoritas. Nunca tuve confianza para hacer ciertas cosas. Conduje mi primera motocicleta a los 45 años y mi licencia de piloto la saqué con 53. Supongo que antes no me consideraba suficientemente responsable (ríe). Pero los años no pasan en balde y el cuerpo se resiente más cuando estoy demasiado tiempo en la misma postura.
En menos de tres años ha tenido dos accidentes aéreos y uno trabajando en un rodaje. Tendrán algo que ver en eso…
Supongo (ríe). El primero fue un fallo en el carburador del avión, muy difícil de detectar en las revisiones de mantenimiento. El segundo fue un accidente durante el rodaje de la última entrega de Star Wars y, el tercero, de nuevo con mi avión. Pero esto fue un embarazoso despiste mío, que me llevó a aterrizar en la pista equivocada. Las distracciones y las fijaciones son dos procesos mentales muy comunes en los pilotos a la hora de cometer un error.
Sin embargo, sigue pilotando aviones…
Me apasiona volar y lo seguiré haciendo mientras tenga capacidad para ello. Amo el desafío y esa mezcla de libertad y responsabilidad que representa. Quizá sea un estúpido pero me gusta salir de casa y no sentirme observado. Volar me proporciona esa libertad. Además, mi esposa me apoya en ello porque sabe lo mucho que significa para mí. De hecho, en cuanto pude volví a pilotar mi helicóptero. Todavía llevaba una pierna enyesada pero podía mover los dedos del pie y eso era suficiente para poder manejar los pedales. Yo sigo volando (risas).
Además de su pasión por volar, Harrison Ford es un apasionado defensor de la conservación y protección del medioambiente. Desde que en 1980 trabajara en el rodaje de The Mosquisto Coast en los bosques húmedos de Belice y fuera testigo del daño medioambiental que estaban sufriendo estos magníficos bosques, el actor ha sido un incansable activista en la protección de la biodiversidad del Valle del Río Macal. Además, lleva más de una década sirviendo en la Mesa Directiva de la organización Conservation International, desde la cual participa en el estratégico diseño y desarrollo de la organización, dedicada a  proteger las regiones del planeta más ricas en biodiversidad, tanto en bosques tropicales como en los ecosistemas marinos. Ford ha contribuido con millones de dólares a proyectos de protección y conservación de la naturaleza en más de 30 países y ha donado más de 200 hectáreas de terreno de su rancho en Wyoming para la preservación de la naturaleza en las montañas Teton.
Durante estos años que lleva involucrado con la preservación del planeta, ¿ha visto mejoras en las áreas donde más ha trabajado?
Sí, pero todavía queda mucho por hacer. Lo que más me gusta de esta película, que no trata de lanzar ningún mensaje, son todas esas cosas de las que no se habla en ella pero que te hacen reflexionar por las imágenes que ves. Son de destrucción y de desolación. La organización para la que trabajo está consiguiendo muchas cosas positivas en cuanto a la protección y conservación de la naturaleza, pero al final eso se traduce en un beneficio para la humanidad. Los humanos no podemos vivir sin la naturaleza, y esta sí que puede vivir sin nosotros. Como podemos ver en la película, el medioambiente es crítico para la subsistencia del hombre y, aunque sea ciencia ficción, es fácil imaginar el efecto que puede causar en nuestras vidas si no mantenemos un planeta sano.
¿Cómo se imagina su mundo en 2049?
Espero poder respirar aire puro, libre de contaminantes, con acceso a agua potable y rodeado de bosques y océanos llenos de vida.
¿Y Los Ángeles?
Me la imagino como una ciudad donde los sin techo han encontrado un hogar donde vivir, en la que las oportunidades de trabajo y de ganar dinero hayan sido distribuidas equitativamente y donde no se haya destruido por completo el medioambiente. 

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